Hasta mis 8 años, 1940 hasta 1948 – Evacuación ¿Cómo era mi vida en esta fase? El entorno ya ha sido descrito arribo, yo tuve mucha suerte.

Este mapa muestra mi “mini mundo campestre” en aquella fase de mi vida

Fuente

Para tener a su esposa y su hijo lejos de los centros de bombardeos, mi padre nos evacuó a Schieder, para vivir donde parientes lejanos. Su cálculo precavido dio buen resultado.

Düsseldorf 1943

Mientras que Düsseldorf, mi ciudad natal, fue destruida en un bombardeo terrible, y también la hermosa casa familiar fue bombardeada, según fotos de la familia, en nuestra aldea Schieder los aviones pasaban con su carga destructora en altura. Nosotros, es decir mi madre, yo y una hermana que nació allá, vivíamos en seguridad relativa y con comida básica suficiente, mientras que mi padre trabajaba en Düsseldorf en la función de un director en la fábrica de la familia que en tiempos de guerra produjo material bélico, que se había hecho famosa anteriormente con herramientas dentales. Galeria de foto luego el bombardeo de Düsseldorf  

Triste pero pura verdad: recuerdo un auto que llegó de Düsseldorf (¿para recogerme????) pero casi nada recuerdo de mi padre que lo manejaba! Debido a estas disposiciones de evacuación prácticamente no conocí a mi padre. Solo recuerdo que aquella vez logró visitarnos en un auto de la marca TEMPO. Es de suponer que nos visitó con más frecuencia sin tener yo recuerdos de estas visitas.

Por otro lado, y siguiendo con un comentario típico de familias en estos 6 años de guerra, era común que los lazos familiares débiles facilitaban aguantar la muerte. Como el “caso” de mi tío en Rusia (¿o Polonia?); la muerte era algo “normal”, ni siquiera se conoció su tumba. Escuché hablar que cayó cerca del Lago Ladoga, un lago de agua dulce situado en Carelia y el óblast de Leningrado, cerca de la frontera con Finlandia. Con una superficie de 17700 km2, es el mayor lago de Europa y el 15º mas grande en el mundo.

Quizás sirve de explicación cruel si se pierde lo que uno no posee, eso casi resulta fácil en comparación de la pérdida de algo muy querido. Quizás es esta una consecuencia de la guerra no muy admitida por su terrible contenido.

Cuando pasó la contienda bélica y la vida en Düsseldorf se normalizó, ¡sin bombardeos!, y por lo tanto era posible recogerme y vivir con la familia, ¡con mi padre! en vez de con las tías. Pero prudentemente por razones de falta de alimentos en la ciudad grande, pero que en el pueblo de Schieder sí había (recuerdo que las tías manejaban una pequeña tienda, llamado aquí abarrote) me dejaron allá solo, triste, con ansias. Encima los inviernos 1946 y 1947 han sido muy fríos con temperaturas de 20º C bajo zero.

El padre de “Biggi” Brigitte Noack, mi esposa alemana fallecida en 2006, cayó en Rusia en 1942, cuando Biggi acababa de nacer.

Schieder: cuando tenía veinte años de edad, y después con cuarenta años de vida, y luego setenta años volví como turista a Schieder. Busqué a mi cumpa de niñéz Rolf Brockmeier, hijo del guardabosque, que cumple años el primero de abril, con quién habíamos cometido muchas travesuras, pero me pregunté: ¿no estoy yo buscando mi niñez y juventud en vez de o a través de Rolf Brockmeier? Lo que encontré no era “MI” Schieder de los recuerdos, era muy ajena a mis recuerdos nostálgicos. Quizás es mejor vivir con la memoria linda si bien obsoleta, -¡no importa obsoleta!- y no destruirla con el enfrentamiento con los cambios hacia la modernidad. No lo sé. No ha sido la única vez que busqué encontrar mi pasado y sucedió la misma decepción. .

Bad Pyrmont: Distante de Schieder: catorce kms. Miremos con ojos de 2018. De los doscientos países de alrededor del mundo muchos lamentan y deploran su pobreza. La Alemania de los años posguerra WWII era pobre, pobre, pobre. En 1946 (no estoy muy seguro del mes), a mis seis años, tuve una otitis que ya había destruido parte del hueso del cráneo. En una difícil operación sacaron las partes podridas. ¡Horrible el olor de pus! ¡Urgentemente precisaban penicilina! ¡Pero no había! No sé como hicieron en la clínica en Bad Pyrmont para salvarme la vida, sacrificando mi oído en la oreja afectada. Tres décadas después mediante una microcirugía iban a restituir parte de mi oído. Recuerdo en Bad Pyrmont una enfermera, Ruth, que me amaba y yo a ella, creo que ese amor me sanó. Creo que estuve dos o tres meses en el hospital, el BVG Krankenhaus, y como probablemente el más antiguo paciente-residente, yo era algo como el jubilado con derechos adquiridos de un anciano en la jerarquía.

Saliendo del hospital y volviendo a Schieder recuerdo que visité el edificio y patio de mi escuela rural. El profesor había preparado con el curso al cual pronto iba a incorporarme nuevamente, una canción de niños: “Ein Männlein steht im Walde auf einem Bein”. Lloré. Puedo hoy dibujar la escena. Ha sido una manifestación tan cariñosa esta bienvenida que se me ha grabado.

Yo a la izquierda en Schieder con un cumpa, 1945?
(¡Ojo! ¡Nuestros ipod’s estaban en mantenimiento!)
Mi madre con trineo (por 1944) en Schieder

Bad Meinberg: distancia de Schieder: catorce kms. En Schieder tenía una tía soltera de nombre Clara a quien le gustaba pasearse en el parque de Bad Meinberg. Yo como su decoro y acompañante, vestido con ropa que considaraba femenina y con pinza-horquilla y hecha la raya, en otras palabras disfrazado. Odiaba estos paseos, por más que la tía me regalaba siempre alguna cosa. ¿Corrupción de convicción? ¡Muy probable!

Lügde: Distante a nueve kms. Para Pascuas los campesinos de este pueblo preparaban ruedas de sus carretones de madera con material ardiente como paja, ramas y otros, les prendían fuego y dejaban las ruedas bajar una colina moderadamente inclinada. El truco era que las ruedas debían tener suficiente impacto y energía cinética para cruzar al pie de la colina el arroyo de nombre “Emmer”: si lo cruzaban significaba un buen año agrícola, si no lograban cruzarlo…

Se trata de una superstición de los viejos germanos. Mis antecesores…  En este pequeño rio aprendí a nadar ––nada que ver con la represa Guapomó en San Ignacio de Velasco donde un tiempo atrás las pirañas querían comerme J—- Aprender a nadar sin supervisores, solo en compañía de los compañeros de la misma edad. Como adulto hubiera prohibido tajantemente ir a nadar en el Emmer. El miedo es un sensor que nos advierte del peligro y nos hace cuidadosos sin esquivar el reto, cobardía en cambio es el comportamiento de huir de los retos. Hoy, como siete veces abuelo me cuesta a veces ver a los nietos correr riesgos, y no entiendo a los papás riéndose de mi preocupación.

Paseo en trineo del “Kahlenberg” hasta el parque del castillo de Schieder.: En el invierno europeo cae nieve, bueno, no siempre en gran cantidad y de permanencia duradera. En 1946 y 1947 sobraba y las temperaturas bajaron a 20ºC. bajo cero. Para los niños era una fiesta alegre bajar con sus trineos las colinas donde había suficiente pendiente y demostrar su hidalguía. La pista más larga era desde una torre de observación para turistas en la altura del “Kahlenberg”. Era una pista de varios kilómetros cruzando el monte alto y la aventura finalizaba en el parque del castillo.

El castillo de Schieder mal conservado, y en 1946 todavía en peor estado.

Aquí en este momento estoy tentado de mentir un poco y escribir que yo fui el Michael Schumacher del trineo. Pero no, no miento, no fui Schumacher   —-   fui Nico Rossberg.

 Este mismo parque del castillo (Schlosspark), en verano, ofrecía a los niños otro atractivo. El parque tenía un arroyo con agua limpia y fría, ideal para truchas arcoiris. En sus orillas entre las raíces de los árboles y arbustos se paseaban las truchas que necesitan de este biotopo, por supuesto libre de víboras venenosas, de pirañas, rayas, anguilas eléctricas, caimanes, sicuris (anacondas) y bichos semejantes. Y aquí desarrollamos otra competencia: atrapar truchas arcoiris con la mano. Ya les he convencido que no miento. ¡No saqué ni una! No logré descifrar el secreto de esta habilidad. Cuando visité el Lago Titicaca recordé esa etapa de mi infancia, y no fue sorpresa escuchar que crían truchas y salmones en el lago que tiene la temperatura ideal y constante de 11º C. Estudié en 1985 la piscicultura comercial que representa una gran oportunidad para Bolivia. El manejo no es fácil.

He aquí una manera de demostrar la diferencia entre Alemania y la Amazonía boliviana. En la amazonía peruana cultivan peces. Escuché decir que en una riada del río Madre de Dios escaparon los peces paiche, unos enormes depredadores que llegan a pesar 150 kgs. Y más todavía.

Paiche, en Riberalta, Bolivia

Una tarde en 1945 se produjo en el pueblo de Schieder un disturbio entre toda la población. ¡Y no era para menos! El comandante militar de un enorme almacén de víveres de toda clase entregó las llaves del almacén al pueblo para servir a los compatriotas, pues en poco tiempo iba a terminar la guerra en Schieder. Con todos y todas y sus carritos típicos (“Bollerwagen”) para el campo todo el pueblo entró en una batalla – reinaba el caos en el almacén. Y sacaron lo que fuera. Recuerdo una familia que sacó un turril enorme de mostaza…  Pero hubo quienes sacaron chocolate con coca destinada a tripulantes de aviones de largo alcance y para soldados antes de descanzar en sus tumbas submarinas (el 75% de las tripulaciones perdieron su vida en los submarinos).

Parentesis: Im U-Boot-Krieg der Kriegsmarine kamen insgesamt 863 von 1162 gebauten Booten zum Kampfeinsatz. 784 Boote gingen verloren. Über 30.000 der über 40.000 U-Boot-Fahrer starben. An Bord der von deutschen U-Booten versenkten 2882 Handelsschiffe und 175 Kriegsschiffe starben über 30.000 Menschen. (En la guerra de submarinos de la armada incursaron en total 863 de los 1.162 construidos botes en la lucha. Más de 30.000 de los más de 40.000 tripulantes alemanes murieron. Los submarinos alemanes hundieron 2.882 buques comerciales y 175 buques de guerra, con una pérdida de más de 30.000 vidas)

¡Ojo! Este contrabando de chocolate y delicias similares era para conseguir víveres urgentes para no morir. El contrabando en otros tiempos y hoy en día puede tener como motivo el lucro. ¡No es lo mismo!  Con mis ocho o nueve años de edad, ya de vuelta en Düsseldorf, acompañé a mi madre desde Düsseldorf en tren hacia una aldea agropecuaria cercana, llevando alguna joya para cambalachearla por alimentos, y yo tuve que esconder el tocino adquirido sentándome encima cuando entraron al tren los policías fiscalizadores para decomisar la mercadería de contrabando (¿para quedarse con la presa?). Años después escuché que el contrabando era crimen castigado de muerte. No lo sé.

Fuente en alemán

Los fumadores alzaron los puchos de los soldados norteamericanos para fumar el tabaco en cachimbas o cigarrillos artesanales. Eso lo sé porque colaboré con mi abuelo para cultivar su vicio (yo fumé durante cuarenta años la pipa. Ya les conté esta información de una costumbre vital…)

Varios recuerdos (mezclados –supongo- con una cierta dosis de fantasía de un niño), sobre todo del final de la guerra los viví conscientemente con solo cinco años de edad en Schieder. Ha sido prudente de mi padre enviar a su familia al campo pues los centros de producción de material bélico eran las metas de los bombardeos por parte de los aliados ingleses y norteamericanos. En el año 1943 nuestra ciudad Dusseldorf fue gravemente destruida, un bomba de fósforo destruyó nuestra casa felizmente sin matar a nadie. El pueblo al que fuimos “evacuados”, así era la jerga, a unos 210 km de distancia de Dusseldorf era relativamente seguro. Pero la buena comida no compensaba la ausencia de mi padre.

Una vez estaba en el pueblo de Schieder caminando con mi abuelo. En el cielo había muchas nubes de bombarderos.

Bombaderos de los Aliados llevando sus bombas a los centros industriales. En la foto sobrevolando zonas agrícolas

De pronto el abuelo se lanzó en una cuneta, lo que nunca había visto hacer en el pueblo. Me explicó que había detectado dos aviones caza en el cielo. Estos cazaban hasta caminantes como nosotros, por eso buscaba seguridad en la cuneta. Un par de días más tarde sucedió lo que el abuelo temía: cazaron y mataron civiles en bicicletas. Nuevamente no puedo excluir que en mis recuerdos entre algo de fantasía, por más que chequeo la información divulgada. Además cuento solo lo que recuerdo muy bien.

Y recuerdo los tanques americanos que entraron en el patio delante de la humilde casa donde vivíamos. ¡Qué ruido infernal de estos monstruos nunca vistos antes! Y las tripulaciones del monstruo, varios negros, un aspecto novedoso y con sus cascos y equipos de comunicación. Mi madre sabía hablar inglés. No hubo violencia, más bien nos regalaron conservas de comida y chocolate. Una delicia rara casi desconocida.

Otro recuerdo, en la noche las sirenas y los faroles alemanes para ubicar aviones bombarderos que el cañón de cuatro tubos de mediano calibre tenía que abatir.

Muchos años pasaron hasta que aprendí cuán grande ha sido nuestra suerte de ser evacuados de no haber sufrido atrocidades como aquellos alemanes que vivían en el este de Alemania donde los rusos invadieron.

 

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