Paréntesis: Sobre la migración e integración

En la actualidad observo en Europa y en Alemania en particular tendencias preocupantes. Veo que la convivencia pacífica está bajo fuertes presiones. Por un lado, estamos, no cabe duda, comprometidos para con el “Grundgesetz” (literalmente la Ley de fondo) alemán, o sea con la Constitución Política del Estado Alemán. Por otro lado, por tener garantías de la libertad individual, ciertos grupos de personas saben usar estas libertades garantizadas para abusar de ellas. Temo que la libertad está siendo utilizada para destruir la misma. En un Estado democrático se precisa un poder efectivo – ¡suficientemente efectivo! – para lograr el cumplimiento de las leyes, bajo el control cruzado de instancias autónomas.

Esta nota la escribo en fecha 9 de mayo de 2018, dos días después de la elección del nuevo Presidente francés Emmanuele Macron. El ganó con 20 millones de votos, Marine Le Pen recibió 10 millones. Macron es el portador de las actuales esperanzas para revitalizar la UE.

Pero eso no es nada seguro, pues, fuerzas nefastas trogloditas se están ya formando para hacer fracasar nuevos conceptos considerados positivos. El populismo y la egolatría chauvinista representan esta amenaza del fracaso. Lo que hoy falta y lo que sobró en la Europa de las primeras horas es un entusiasmo de reconstruir EUROPA. Hoy al parecer prevalece una miserable mentalidad de buscar ventajas michis (sin importancia) en desmedro de Europa de paz y bienestar.

Recuerdo cuando con bombos y platillos se les dió la bienvenida en Alemania al millonésimo “Gastarbeiter”, en español “trabajador huésped”, y recuerdo que estas personas se integraron – con pocas excepciones – muy bien. Tenía en mi empresa en la década de los ’70 hasta 150 trabajadores extranjeros de Yugoslavia. No hubo más que ligeras molestias entre las personas de los diferentes países, hoy autónomos, pero en aquella época todavía miembros del Estado de Yugoslavia, que raras veces finalizaron en agresión liviana y mucho menos en odio abierto. Pero la situación era diferente.

Hay migrantes de hoy que no llegan al país de su destino con la voluntad de ganar su existencia trabajando en una sociedad abierta pacífica. Hoy vienen también personas con este propósito, pero entre ellos entremezclados elementos que tienen la firme intención de destruir las normas de convivencia pacífica de la sociedad occidental, y para eso saben aprovechar de la libertad garantizada en la CPE.

Junto a mi familia soy un inmigrante en Bolivia. Como tal, reconocí desde el primer día que mi obligación era respetar las leyes y normas sociales de Bolivia para ganarme el privilegio de convivir como un miembro respetado y respetando en Bolivia. Queda sobreentendido que a veces se producen lo que llamo con cierta ironía “choques culturales” por ejemplo sobre el manejo del volumen de la música, de los 20.000 watios en fiestas en la vecinidad.

Queda la esperanza de que se normalice esta situación de la actual migración en los diferentes polos de conflicto en el mundo. Lo digo sin creer mucho en mi anhelo. Lo que me motiva a explayarme sobre el tema es mi experiencia vivida y los conocimientos, además por tener una formación profunda demócrata. Reiterándolo, la libertad nunca debe ser utilizada para eliminarla. Eso es lo que en muchos escenarios actualmente sucede.

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