Amaba a mi Opa

El abuelo en alemán, reiterándolo, es el Grossvater, pero en el hablar cotidiano es el Opa. ¡Ojo! Nada que ver con un opa en el tercer canchón (léase patio) cruceño.

Mi Opa nació en 1888 en un pequeño pueblo en Westfalia, Alemania. Era buen mozo y su esposa Margarethe Pempelfort también era guapa, y por eso mi madre salió linda.

¡Amaba a mi Opa! De mis abuelos paternos no sé mucho, murieron cuando era niño de 8 ó 10 años…recuerdo una anécdota: había llegado recién a Düsseldorf y era la primera vez que tuve un contacto con el GROSSVATER paterno –en mayúsculas- por irradiar mucha autoridad. No importa, tenía mi curiosidad. El tenía el cabello cortado como un cepillo, creo que los peluqueros lo llaman nº 2.

Diálogo entre nieto y Grossvater:

¿Por qué tienes tu pelo tan corto?

– ¡Para combatir mis piojos!

¡Ah!, y me regaló 20 marcos alemanes, una fortuna que utilicé para comprar un pequeño motor eléctrico para mis construcciones con unjuego de la marca Märklin. Esta compra le causó a mi madre casi un infarto, pero al Grossvater alegría pues lo interpretó como señal que iba algún día su seguidor de gerente-propietario. Yo feliz hice lindas construcciones modelos que precisaban sin duda alguna de un motor.

De mi querido Opa materno he aprendido muchas cosas por ejemplo escuchar selectivamente. Me explico: Cuando tenía dieciseis años, en compañía de una “prima” me faltaban un par de marcos alemanes para invitarla al cine, y aleluya, vi a mi Opa paseando por nuestro camino, y le pedí un préstamo. ¡Pucha! (léase exclamación de sorpresa), me costó hacerle entender porque no escuchaba bien mi urgente pedido y el peligro, que iba a perder el cariño de mi novísima “prima” si no la invitaba al cine. A esta edad (¿solamente a esta edad?) uno supone tanta estupidez. Al final recibí el triple de lo esperado. Unos veinte años después mi Opa nos acompañó en un almuerzo en mi casa. Habiendo terminado la comida le pregunté en voz baja, muy baja: “¿Opa, deseas tomar un “Schnaps” (aguardiente de trigo, un bajativo típico alemán) conmigo?” ¡Hablé en voz baja! ¡En voz muy baja!!!  ¡Ohhh, gracias, con mucho gusto!  Oído selectivo, pues.

Mi Opa era miembro en un coro de puros hombres que ensayaban los domingos por la mañana, y luego de cantar “aceitaban” la voz. De alguien he heredado mi hermosa cultura alcohólica… (Érase una vez. Hoy soy abstemio como un, como una, como ¿qué? Oiga, ¡no conozco a casi nadie que sea abstemio!).  Mi Opa sabía tocar el piano. Sabía pintar al óleo. Conocía la naturaleza. Cuando la abuela falleció (en 1956) me pidió el favor de visitar con él en mi auto a algunas de sus “primas” de otrora (léase: cincuenta años antes) -todo un caballero. Su tema preferido, cuando ya había pasado los ochenta años de vida, eran sus participaciones en la guerra en los Cárpatos, claro está, en la primera guerra mundial 1914 a 1918. El tuvo mucha suerte como participante y sobreviviente de las dos guerras mundiales, y sus batallas más cruciales fueron contra garrapatas y piojos y los aliados de estos enemigos. Cuando ahora recuerdo todo esto me doy cuenta que eramos aliados de diferentes edades, y quizás por eso mismo tan cerca en el alma. Lo quería mucho. Ahhhhh, claro, se llamaba Wilhelm, como yo.

Con mi linda madre en Paris, 1962

Un par de años después… (¿2000?)

He decidido no escribir una bitácora. Estaba hablando de la muerte de mi padre en 1948. Mi madre falleció en 2008, con 92 años. Pero para mi desarrollo ha sido determinante que mi madre formara a partir de 1952 un hogar con un caballero, Fritz Hofmann, con quien compartió su vida durante casi cincuenta años, mientras que con mi padre por su pronta muerte solamente diez años.

Una hermosa casa muy elegante donde vivieron mis papás, en una región linda a 180 kms de Düsseldorf

En esta foto nos acompaña Roberto Yapu invitado a acompañarme a Alemania en reconocimiento de sus servicios eminentes sobre todo construyendo la Quinta Alemana en Santa Cruz. Roberto fue recibido con mucho respeto y cordialidad por toda gente que visitabamos en esa oportunidad.

Para mí ha sido importante que Roberto pudiera ver en Alemania con sus propios ojos el respeto y la obediencia de las normas estrictas y de los valores que construyen orden y progreso.

No ha sido siempre una relación fácil entre Fritz Hofmann y mi persona, pues en mi adolescencia (que perdura en ocasiones hasta hoy día) he sido rebelde y él exigente para hacer respetar su autoridad.

Hildegard Noack y Fritz Hofmann

Hier encore

Charles Aznavour

J’avais vingt ans,

je caressais le temps
J’ai joué de la vie
Comme on joue de l’amour

et je vivais la nuit
Sans compter sur mes jours

Qui fuyaient dans le temps

J’ai fait tant de projets

qui sont restés en l’air
J’ai fondé tant d’espoirs

qui se sont envolés
Que je reste perdu,

ne sachant où aller
Les yeux cherchant le ciel,

Mais le cœur mis en terre

 

Hier encore,

J’avais vingt ans,

je gaspillais le temps
En croyant l’arrêter
Et pour le retenir,

même le devancer
Je n’ai fait que courir

Et me suis essoufflé

Ignorant le passé,

conjuguant au futur
Je précédais de moi

toute conversation
Et donnais mon avis

que je voulais le bon
Pour critiquer le monde

Avec désinvolture

Hier encore
J’avais vingt ans
Mais j’ai perdu mon temps
A faire des folies
Qui ne me laissent au fond
Rien de vraiment précis
Que quelques rides au front
Et la peur de l’ennui

Car mes amours sont mortes
Avant que d’exister
Mes amis sont partis
Et ne reviendront pas
Par ma faute j’ai fait
Le vide autour de moi
Et j’ai gâché ma vie
Et mes jeunes années

Du meilleur et du pire
En jetant le meilleur
J’ai figé mes sourires
Et j’ai glacé mes pleurs
Où sont-ils à présent
A présent mes vingt ans?

Ayer, todavía

 

Charles Aznavour
Yo tenía veinte años
Acariciaba el tiempo
Y vivía la vida
Como se juega al amor
Y yo vivía la noche
Sin reparar en los días
Que escapan en el tiempo

Hice tantos proyectos
Que se quedaron en el aire
Fundé tantas esperanzas
Que se fugaron
Que me quedé perdido
No Sabiendo donde ir
Los ojos buscando el cielo
Mas el corazón en la tierra

Ayer
Yo tenía veinte años
Yo perdía el tiempo
Creyendo detenerlo
Y para conservarlo
Así para avanzar
No hacia mas que correr
Quedando sin aliento

Ignorando el pasado
Conjugando en futuro
Precedía de «yo»
Cualquier conversación
Dando mi opinión
Me sentía con el derecho
De criticar el mundo
Con desenvoltura

Ayer todavía
Yo tenía veinte años
Pero perdí mi tiempo
A fuerza de locuras
Que no me deja en el fondo
Nada verdaderamente valioso
Que algunas arrugas en la frente
Y miedo del aburrimiento

Pues mis amores han muerto
Antes de que existieran
Mis amigos se han ido
Y no volverán más
Por mi culpa he hecho
El vacío a mi alrededor
Y he arruinado mi vida
Y mis años jóvenes

Entre lo mejor y lo peor
Rechacé lo mejor
Petrifiqué mi sonrisa
y congelé mi llanto
¿Dónde están? en el presente,
en el presente, mis veinte años?

 

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