Enseñar en colegio

Hasta aquí el pequeño paréntesis sobre la educación. Es hora de seguir narrando sobre aventuras que me esperaban.

  • Adolescencia en tiempos dificiles

En 1950, el muchacho de diez años, entró a un colegio que enfatizaba idiomas vivos modernos, era un Realgymnasium, existían otros tipos de escuelas en las que daban más importancia a las ciencias naturales o filológicas. La buena recomendación de mis profesores del básico, me auguraron un futuro grandioso. Lo menciono nuevamente. Estos comentarios los incluyo nuevamente para mis nietos….J

Más de una vez citaron a mi madre, como responsable de mi educación, con graves quejas por mi mala conducta. Pero algunos de mis educadores merecían una oposición, por ejemplo, cuando ejercieron una disciplina exageradamente rigurosa como de oficiales (algunos habían estado en la guerra). Ellos interpretaban como malcriadez. En nueve años aprendí a callarme y aguantara respetar la jerarquía. ¿Por qué no admitirlo?: tuve mucha suerte de recibirme de bachiller, pues llevé bien, pese a las quejas de profesores de gran influencia. Ante la “defensa” por parte de otros profesores. ¿Corrupción? Juro que no regalé ni una sola cosa, pues -además de los principios-no las tenía.

Para llegar al colegio tenía que ir en tranvía una media hora de ida y otra de vuelta. Como el delito ya caducó puedo admitir que “ahorré”, viajando sin ticket, muchos pasajes de 10 Pfennig (la décima parte de un Deutsche Mark) sin que jamás me pillaran. El tranvía de mi infancia era el mismo que hemos encontrado en un viaje a Lisboa 65 años después. Si quiere saber más sobre nuestro viaje a Portugal: clic aquí

En Düsseldorf en 1950

Ha sido para mí como reencontrar un buen amigo luego de largos tiempos. Ha sido el detonador de muchos recuerdos. He comprado un modelo del tranvía que está a mi vista cuando les cuento estos detalles. Allá está también un modelo de mi FIAT 500 y de mi Vespa. De mis viajes traje muchos recuerdos, pero los tres juguetes para mí son síntesis y símbolos de una parte de mi vida. —– Los hombres somos niños independientemente de nuestra edad, reza un dicho.

Analizando esta larga fase de nueve años en el colegio, tengo que preguntarme: ¿Has sido feliz? Es difícil contestar con pocas palabras. Creo que ha sido existencial pues para “sobrevivir” desarrollé lo que tratan en libros voluminosos: la inteligencia emocional.

A ver ¿qué mástengo que contar? Era el más pequeño del curso. Tenía “protectores” como Walter Loosen QEPD y otros que evitaban que los otros me mataran merecidamente, pues no es chiste recibir una esponja con agua y tiza tirada contra la cabeza, y todavía lanzada por el enano del curso…

Yo era niño entre hombres, uno de los más jóvenes que tenía que conseguir alianzas estratégicas. Con los cincuenta compañeros logré vivir, si no en paz con todos, por lo menos en tregua con los distantes. No sabía entonces qué era, pero parece que ya tenía un poco de inteligencia emocional. Hasta con los profesores logré convenios para ser promovido cada año, con notas en las libretas para sentir vergüenza. No tenía vergüenza. En latín lo justo era darme la peor nota, pero no iba a hacerme examinar en latín, sino en francés, por lo tanto, el profe me daba la nota mala pero no pésima, y una amenaza menos. Creo que su apellido era Merkel. ¡Gracias! Ah y parece que César no escribió El bellus gallico… J

En el penúltimo curso iba a aplazarme por una pésima nota en historia. Negociando se resuelven muchos problemas. Presenté un trabajo magistral sobre la anexión de Checoslovaquia  por parte del criminal Hitler. ¡Gané! Y mis malas notas en inglés desaparecieron gracias a dos vacaciones en Londres y amistades que hoy, sesenta años después, todavía existen.

Hace poco, quizás dos o tres años atrás, hice conocer mi libreta en la que constaba que había aprobado el “Abitur”, es decir el bachillerato. He recomendado a mis hijos que oculten este documento de vergüenza por las pésimas notas, “raspando”, pero hay una explicación. Mi motivación de estudiar virtualmente no existía. No he visto posibilidades para tapar tremendas lagunas de ignorancia llegado al fatalismo del, ¡olvídate del Abitur!

¡Me salvó el amor! De pronto apareció este motivo ausente durante tantos años. Amaba, quería estudiar a lado de ella, construir un futuro común. Amor, objetivo, sentido de vivir, ¿cómo no iba ser exitoso y feliz? Bueno, no duró el amor, pero cumplió su función, pues entré en un nuevo escenario y nuestro profundo amor pasó a la historia.  ¿La lección aprendida? Debe haber una motivación, una razón de existir, y hoy conozco David McClleland, que asigna mucha importancia al “need for achievement” (necesidad de superación). Esta dosis de ambición resulta decisiva para desencadenar procesos evolutivos en una persona. ¡Perdón! Invito a analizar si estos comentarios tal vez se aplican a Bolivia.

Viví los últimos dos años del colegio con finanzas consolidadas pues repartía en las mañanas marraquetas. ¡Es contagioso cuando todos están trabajando duro para ganar! ¡Ganar dinero! Buscando encontré un puesto de trabajo ideal. Con una bicicleta que tenía una canasta y con bolsas de papel para tantas marraquetas cumplía en una hora la repartición, entre las 6 y las 7 de la mañana. Cuando el tiempo estaba seco y no demasiado fresco o frío, me gustaba este oficio, pero el tiempo en Alemania molesta con lluvias, con hielo, con frío, y en estas condiciones ganarse el fijo, más propinas era un pequeño sacrificio.

¡Hermoso trabajo y ganaba bien!!!! ¡Encima recibía propinas, y además cada mañana me regalaban, ¡sí, gratis!, unas cuantas marraquetas deformadas por lo tanto no aptas para la venta.

Dos veces acepté trabajo como “ayuco” en una construcción. Muy rudo aquel mundo, otro curso rápido de sobrevivencia para mí. Otro ingreso era repartir folletos de publicidad.  Pese a mis tempranas inclinaciones al capitalismo no abogo el materialismo exagerado, opto por equilibrios.

Pero: hay que saber que un dólar cuesta sudor.

¡Viva el capitalismo! Aprendí temprano que hacer tu oficio con ganas resulta en éxito y este es reconocido (pucha (léase una expresión de sorpresa), no siempre…) Sin ambición de superación vemos que la pobreza y la pereza andan codo a codo. He visto en Bolivia pereza causando pobreza. Quizás nos encontramos con esta afirmación una razón fundamental por la cual la Alemania de la postguerra se convirtió en la admirada ave fénix. Para entender mejor esta recuperación en tiempo récord hay que recordar que el entorno macro-económico de la economía de mercado acompañado por el entorno político de la socialdemocracia hizo –entre otros factores—- posible el milagro. Pero hay que enfatizar una característica esencial: el orden económico ha sido la economía SOCIAL de mercado, y el orden político ha sido la SOCIAL democracia.

Estos órdenes fueron constituidos en la Alemania occidental, mientras que en la Alemania oriental se implementó un socialismo de corte “capitalismo del Estado” y una dictadura del partido. Consideren la existencia de dos países con similares hasta idénticas características y solamente con diferentes órdenes como el mejor ejemplo real de la funcionalidad de los modelos. Claro, tenemos más ejemplos que respaldan la tesis. Se acostumbra calificar ambos sistemas como “los menos malos de todos que fueron probados”. No cabe duda que existen garrafales fallas, como la concentración de la riqueza, una señora alemana tiene una fortuna de 22 mil millones de EUROS, lo considero obsceno, y de los ingresos, se ha formado una profunda y ancha brecha entre muy poca gente con inmensas fortunas y una gran masa de la población en pobreza o en su umbral. Insisto: buenos conceptos han sido mal implementados y peor administrados, lo que causa descontento masivo. O nos cambiamos, o nos cambian.

Recomiendo la lectura del libro Pontífico Consejo”Justicia y Paz”, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Madrid, 2005, 420 páginas.Este libro debería ser el diccionario de políticos pero también de líderes de la Santa Iglesia que no siempre respetan en sus misas las normas oficiales. Me atribuyo poder opinar con criterio sobre el Capítulo VII La vida económica. Mis convicciones encuentran decidido respaldo en este documento oficial.

Mi credo: un hijo que mata a sus padres, NO es un pobre huérfano sino un asesino. Rechazo la culpa colectiva, por pertenecer al pueblo alemán.  NO tengo culpa por los crímenes cometidos por nazis alemanes. Allí un tema resbaloso: pago de reparaciones. Grecia pide a Alemania 278.000.000.000 Euros, según otra fuente se exige  500.000.000.000 Euros.

Sé el primero en comentar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *