“La crisis de 1938”, trabajo extra para no perder el año escolar.

En el colegio yo era malo por flojera campeona en la materia historia y mi promoción al próximo curso era inverosímil. Busqué al profe para negociar. “¿Si le presento un trabajo de esmerado, una exposición de calidad, me mejorará mi nota?” Trabajé como loco sobre el tema de la crisis de 1938 cuando el criminal Hitler engañó a Chamberlain y Daladier, a los alemanes y a casi el mundo entero – y logré mi propósito. La nota fue lo suficiente para aprobar el año escolar.

El intenso estudio de este caso me influenció fuertemente: En el mismo momento cuando firmaron en Munich compromisos para garantizar la paz, el Estado General del ejército alemán ya tenía listo el plan para asaltar a Polonia.

De los muchos libros que he leído sobre este engaño criminal de Hitler el mejor es de Joachim C. Fest, disponible en español. Hay quienes encuentran en la obra de Fest pruebas de política perversa de eliminar la libertad y la democracia en Alemania que fueron utilizadas como guión para eliminar la democracia con el aprovechamiento de las nobles reglas de ella.

Alguna gente de buen nivel de su formación me pregunta sobre el Tercer Reich. La mayoría de estas personas tenían ideas erradas. Pero, ¿Qué sabe el europeo de la lucha de Latinoamérica por su libertad? ¿Qué sabía yo de la historia de estos países? Hoy soy miembro número 225 de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos y miembro del Directorio. He aprendido mucho, pero me falta mucho todavía.

Otro ejemplo para conseguir un pedazo de felicidad durante mis años de colegio. Era pequeño de estatura, sin dotes para el deporte, todavía niño a lado de compañeros con barbas como Robinson Crusoe del curso que tenían cuatro o cinco años más de vida. Mi gente no tenía muchos recursos para satisfacer deseos juveniles, ni siquiera una bici “legal” cumpliendo con el código de transito, y no obstante era feliz cuando me llevaban como pasajero los que tenían bicicletas nuevas. Feliz, pues me querían. Pero cuando a mis quince o dieciseis años me regalaron una bicicleta nueva, una de la marca NSU, empecé a hacer excursiones con amigos durmiendo en alberges para jóvenes. Mi récord fueron casi 200 km en un largo día (no le digan a nadie: el viento me empujó fuerte desde atrás en el valle del río Rin).

Otro deporte invernal que me encantaba era el patinaje sobre hielo. En Düsseldorf este deporte tenía, cuando yo tenía quince y más años, un gran equipo. Eran tres jugadores todos con nombre de Peter. 10.000 personas entraban al estadio y cuando el equipo DEG (se está actualmente formando un nuevo equipo exitoso) entraba el estadio estallaba en júbilo desenfrenadamente.  Estos tres delanteros Peter eran como los Messi, Neymar y Suárez…

El club DEG goza de un renacimiento inesperado

Pero antes de esta época, quizás con mis diez años, experimenté patinar encima de un estanque o curichi semi-congelado. Me lo prohibieron. Casi no estaría escribiendo este documento por casi haber finalizado mi vida debajo del hielo. Lo que recuerdo es confuso. Sé que me salvaron, sé que recibí una tremenda paliza, sé que había aprendido que prohibiciones tienen (a veces…) sentido.

Otro año 1955 mis notas en inglés eran tan pero tan malas que fui enviado a Londres (ya lo mencioné) durante las vacaciones de cinco semanas. Se me ocurrió pensar que no sería despreciable conocer un poco más de Inglaterra. Tenía quince años y muy pocas “english pounds”. Pero tuve suerte con el hitch-hiking (hacer dedo) llegando a Leeds. Ya tenía autorización del sargento de la policía para pasar la noche en una celda, cuando un oficial de esta posta de policía muy enojado prohibió tajantemente permitirme pernoctar, más bien me invitó a su casa donde dormí en su guest-room (creo que esta pieza era para huéspedes; estaba amoblada para recibir a la reina de Inglaterra en persona). ¡Gracias!

Y después estuve en Stratford upon Avon   —–   ¡con hambre y sin dinero sentado en algún muro!!!!  Se me acercó una chica de mi edad invitándome a almorzar en un viejo Tudor Restaurant elegante como un nuevo miembro de su familia ya grande. ¡Gracias! En la mesa al lado almorzó William Shakespeare en este restaurant de su pueblo, quizás me equivoque.

Nuevamente la misma pregunta ¿Tiene sentido contar estos episodios inocentes? Estoy convencido de que sí, porque toda mi vida sentí tener una deuda a pagar por tales regalos recibidos, y devolver similares favores a viajeros, estudiantes, en fin, a gente desconocida que precisaba de una mano como yo hace décadas.  Me alegra poder ayudar.

Ahhhh, mis notas mejoraron, y me autorizaron otra estadía en Londres para mejorar aún más. Quiero remarcar que para fines educativos mi gente ya (antes no había) asignó en el presupuesto familiar dinero para financiar esta inversión por supuesto condicionada: tenía que justificar la inversión con tener éxito escolar. Este principio, creo yo, es justo: condicionar la ayuda.

De estas y otras visitas posteriores he conocido bastante bien Gran Bretaña. He desarrollado un sentimiento anglófilo, y BREXIT es un tema que analizo desaprobando la falta de visión. Parece que hay entre los anglosajones una nostalgia tan pronunciada que la mitad pretende volver al país del British Empire o de los canales de Telford de fines del siglo XVIII cuando el progreso se manifestaba en los sistemas de canales con sus túneles, esclusas y hasta puentes para cruzar valles y otros ríos, hasta que la máquina a vapor revolucionó la vida: empezó la era de la locomoción.  De un viaje por Inglaterra en 1969 guardo un diario.

Navegar en un bote alquilado en Holanda

Hemos recorrido como turistas durante una semana estos canales en la región de Oxford — teníamos vacaciones en compañía de Charles Dickens.  ¡Y por favor que no se olvide conocer Cornwall!, otra región encantadora. Algo curioso: soy francófilo y a la vez anglófilo. No me afectó la guerra de los cien años entre ambos paises, con la protagonista Juana de Arco.  Me encanta la picardía de ambos, como por ejemplo (en tiempos pasados!) el apodo inglés para un preservativo y es french letter. En Francia se defienden llamando el mismo capot anglais.

Mi colegio en Düsseldorf con una vida cultural importante nos facilitó entradas casi gratis al teatro, ópera, ballet, conciertos. Felicito a personajes y organizaciones cruceñas que organizan acontecimientos culturales de impresionante nivel. Para no olvidarse, la oferta consiste en muchas actividades, falta tiempo para aprovechar. ¡Gracias!

 

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