Durante estos años de trabajar con mi tesis de doctorado mi mujer Biggi ganaba también nuestro sostén de vida como traductora y asistente de Gerencia. Por suerte conseguí una contratación (de 1965 hasta 1968) como profesor en un colegio privado cuyos alumnos eran de una u otra forma “complicados”. He aprendido mucho de ellos. Un curso, el “16”, era uno de los más temidos por mis colegas educadores. Recomendaron nunca darla espalda frente a estos peligrosos adolescentes de quince a veinte años. Y mejor ponerse un casco militar… Tenía que ausentarme unos quince días a una maniobra del ejército. Cuando volví a entrar al aula el jefe de los 20 “peligrosos” gritó: ¡Atención! ¡Firmes! ¡Curso 16 listo para recibir sus enseñanzas! Mucha emoción, y mucha felicidad. Guardo el disco 33 rpm de Abi y Esther Ofarim que me regalaron cuando finalizó nuestro lindo y provechoso trabajo.
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