Universidad de Hamburgo

El primer semestre me inmatriculé en la Universidad de Hamburgo. No me gustaba esta Universidad, no me sentí en el lugar anhelado. Y todo eso sin existir razones palpables, simplemente no era lo que anhelaba. No tenía problemas de ninguna índole. Sentí que tenía que irme. No puedo contestar, por qué. ¿Inquietud de un caminante? No conocía todavía la sabiduría popular que los caminos se hacen al andar.

Me inscribí sin entusiasmo en la Universidad de Hamburgo, para estudiar administración de empresas. Era casi sobreentendido que esa era mi carrera pues algún día iba a seguir los pasos de mis antecesores Noack y dirigir la empresa familiar proveedora del mundo con productos de primera calidad.. ¡Santa simplicitas! Eran las fantasías de un muchacho de veinte años.

Sin tener razones o motivos y más bien contra la lógica, después del primer semestre, dejé Hamburgo, donde había vivido en lo privado muy bien. Una familia me “adoptó”, me mimó, me trató como un miembro. Pero de pronto no era feliz. Durante algunas semanas, quizás meses se originó un sentimiento de no-sé-qué, no me sentía feliz. Quizás la causa era que sin esfuerzos míos había conseguido una vida demasiado cómoda, sin luchar por la vida, sin problemas – aparentemente. Un pajarito en una jaula recibe todo lo que precisa para vivir, la comida, agua, oscuridad durante la noche, atención por parte de un veterinario, cariño de su amo. ¡Todo! ¿Todo? Recuerdo haber visto muchos, quizás diez años después, uncanario desnudo, se había sacado sus plumas, estaba completamente desnudo. Era infeliz, me explicó un experto. Y hay más ejemplos que uno ve cuando sus sentidos y antenas están despiertos. Hay familias que viven en el umbral de la pobreza, ¡y viven felices! Por lo contrario, hay personas que viven en opulencia material, pero sin felicidad. (Falta informarles que no me saqué las plumas…).

Creo que una búsqueda de nada en especial, pero de todo en general, buscando lo que venga, me impulsó a finalizar esta vida demasiado fácil. No quería haber llegado ya a la meta final de mi vida con mis veinte años. No tenía alguna meta, y apenas había hecho los primeros – ¡pocos! – pasos en mi vida. Los chinos dicen que un viaje de 5.000 km se inicia con el primer paso. Otros dicen que los caminos se hacen al andar. No estoy seguro si logro hacerme entender, pues me cuesta a mí mismo entenderme. Adiós, Hamburgo, ¿y ahora?, ¿qué?

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