Mi adolescencia

Wolfgang Ries Ilg compartió un enlace.

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En el relato de mi vida había llegado a 1950, al finalizar los 4 años de primaria, nueva fase… sigamos con la narración:

Desde mi llegada a Düsseldorf en julio de 1948 asistí a la escuela básica en la calle Konkordia. La escuela básica comprendía cuatro años – estuve en dos primeros cursos anuales en Schieder, es decir que me faltaban dos años. Recibí muy buenas libretas con los mejores augurios de mis profesores.

He sido un” Schlüsselkind “(niño de la llave).  Dudo que hoy en día niños, adolescentes o inclusive adultos de mediana edad sepan lo que significa “Schlüsselkind” y cómo ha sido la vida de un “Schlüsselkind”. Era un niño (“Kind” en alemán) que tenía una llave (“Schlüssel” en alemán) colgada alrededor de su cuello para poder entrar a su casa. Los niños eran autoresponsables. Muchas familias no funcionaban por las consecuencias de la guerra: el padre caído o en prisión de guerra o trabajando, y el padre y la madre luchando por la sobrevivencia.

A partir de mis ocho años y hasta finalizar el ciclo escolar siempre he sido un Schlüsselkind. Además, he sido un “Trümmerkind “(niño de las ruinas). Arriba ya presenté mi opinión y actitud frente al peligro que corre un niño que busca aventuras en casas en ruinas y en huertos de estas ruinas.

Düsseldorf, mi ciudad natal, reconstruida

LOS HIJOS no SE VAN, LA VIDA SE LOS LLEVA….

Los hijos se van; hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad.
No es que se van; es que la vida se los lleva. Ya no eres su centro.
Ya no eres la autoridad,
No diriges, aceptas.
No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron alas y quieren volar.
Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.
Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir.
Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, a la sombra del amor y al rendimiento de sus facultades.
Tienen un camino y quieren explorarlo, lo importante es que sepan desandarlo, tienen alas y quieren abrirlas.

Tú quedas adentro.
En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón.
Tú quedas atrás.
En la estela luminosa que deja el barco al partir.
En el beso que le mandas.
En el pañuelo que los despide.
En la oración que los sigue.
¡En la lágrima que los acompaña!
Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.

Haz la vida de tus hijos tan feliz, que cuando partan, piensen en regresar, aunque solo sea para tomar tu mano y estar sólo un instante junto a ti… ❤.
Que reflexión tan bella.
VALE LA PENA COMPARTIRLA

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