2007 Matrimonio con Maria del Rosario Ardaya Rojas de San Ignacio de Velasco

El 14 de septiembre del 2007, casi un año después que mi compañera Biggi nos hubiese abandonado encontrando paz eterna, empezó una nueva fase en mi vida, fiel a la curva sinovial, luego de unas búsquedas equivocadas, lo que hoy me explico con una falta total de visión y perspectiva prometedora de mi futuro y con no aceptar andar solo durante los años que se me serán cedidos. ¿Andar solo?

Interrumpo mi relato nuevamente para un paréntesis.

Cuando dos personas, digamos ambas de veinte a treinta años, se encuentran y deciden formar una pareja o un hogar tienen una grande ventaja sobre una pareja de cincuenta o más años de vida: los jóvenes logran con más facilidad aceptar decisiones de término medio, pues los viejos tienen ideas, conceptos, convicciones erradas, idioteces, equivocaciones, prejuicios y que vaina más que defienden “hasta las últimas consecuencias”. (oooops, este lema de “las últimas consecuencias” tiene otro ambiente o entorno…). Pero, hablando en serio y con propiedad y también con autocrítica, resulta complicado con viejos y entre viejos arribar a términos viables factibles, y se precisa gran tolerancia y equilibrio emocional.

Bueno, tuvimos la suerte, ¡sí, tuvimos la suerte! de haber podido detectar el secreto de convivir en armonía ya once años, mi esposa Kuky y yo.

Sé que algunos de ustedes que leen este capítulo, son los mismos que leen en EL DEBER, los avisos necrológicos y la sección Sociales, no los voy a defraudar, les voy a contar sin mentir, pero “olvidándome” de ciertos detalles. En primer lugar: NO conocía de antes a Kuky, a María del Rosario Ardaya, quizás la había visto cuando Biggi tuvo alguna diligencia financiera veinte años atrás con ella, pues ambas se conocieron bien como amigas. ¿Qué sé yo? ¿A Kuky la he visto con mi esposa Biggi, pues estas dos señoras se conocieron a partir de 1984? No recuerdo. Entonces, ¿cómo nos hemos conocido? Aquí empieza el guión de una telenovela real.

En un día del agosto del 2007 estuve en la altura o loma de mi otrora Quinta Alemana mirando el tráfico de la doble vía a La Guardia, sin buscar o esperar nada específico. No recuerdo las razones, pero ha sido una confabulación del destino. Ya iba a entrar a la Quinta cuando paró delante de mi puesto de observación un coche desconocido. Bajó una persona desconocida. Era una mujer desconocida. Me saludó, ni la había visto antes. Pidió mi autorización para subir al portón. ¿Por qué no? Se presentó con educación explicando su amistad con Biggi y sudeseo de darme sus pésames. La invité a tomar un refresco. Con este refresco arrancó un nuevo pico en mi curva sinovial.

Festejando la llagada del año 2008 en Caraguatatuba en Brasil con los mejores y cariñosos anfitriones do mundo

En estos once años hemos gozado de lindos, muchos muy lindos momentos. Hemos viajado, hemos festejado mis setenta años con queridos amigos, amenizando la fiesta José Moreno a quien su pan de arroz se le quemó, David Bernal de Riberalta (Q.E.P.D.) quién me dedicó la canción El Aguilillo (me pregunto: ¿por qué????), Amilkar Jaldín, Aldo Peña, y otros a quienes ruego no molestarse por no nombrarlos aquí. Luego la fiesta de mis 75 años en La Casona de Axel, espero tener el permiso para celebrar los ochenta años; faltan 17 meses. (gracias porregalarme una linda fiesta queridos amigos).

José Moreno: ojo, el pan se está quemando! 🙂

Y es en este contexto de agradecimientos oportuno agradecer a mis galeanos que supieron mantenerme a flote hasta aquí. Mis distinguidos doctores que trabajan duro para prolongar mi vida en buenas condiciones son Herland Vaca Díez, Erick Hórnez, Jorge Vargas, Waldo Crespo, Alba Mozón, Ronald Palacios, Carlos Patiño, Raffo Molina, Douglas Villarroel. A todos ellos les agradezco porque cada uno en su especialidad ha sabido controlar enfermedades que representaron serias amenazas a mi vida.

 

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