El cuarto poder, inicio del columnista

Este es mi primer artículo de opinión publicado por el prestigioso periódico PRESENCIA, lo que hasta hoy considero una hazaña.A Silvia Loayza mis agradecimientos por su colaboración que mejoró mi “alemañol”.  He aquí el artículo:

Presencia, 29.04.1987

El Mundo, 11.05.1987

Cuando en el siglo XVII, luego de una larga época maquiavélica, el filósofo inglés John Locke (1632 – 1704) desarrolló con su teoría del Estado, formulando la demanda por la tolerancia y nuevas formas de convivencia, organización social y política (soberanía del pueblo, sistema de representación), las mismas que tuvieron un gran impacto en la sociedad, – algunos de estos enunciados forman parte de la Constitución Política de los Estados Unidos -, empezó una nueva era de la humanidad, la “era de la libertad”.

Charles de Montesquieu (1689 – 1755), el ilustre filósofo francés de la época del “esclarecimiento”, profundizó los pensamientos de Locke en su teoría de la división o separación de los poderes, orientado y guiado por su fe en el razonamiento del ser humano (“L’Esprit des Lois”, El Espíritu de las Leyes, 1748, con 22 ediciones de dos años).

Estas ideas revolucionarias llegaron a Latinoamérica a través de J.J. Rousseau (1712 – 1778), otro impulsor de la “ilustración” como se llama también este complejo movimiento intelectual, cuando el gran libertado de América, Simón Bolívar, tuvo por maestro a Simón Rodríguez, un auténtico discípulo de Rousseau.

La mencionada separación de los tres poderes es el principio básico de la constitución política de un estado democrático, el cual protege al individuo contra el Estado cuando éste se convierte en absolutista y abusivo.

Así, el Estado tiene tres tareas, y éstas son: la legislación, la ejecución y la jurisdicción, las cuales están a cargo de tres organismos independientes uno del otro, que son: el parlamento, el gobierno y las cortes de justicia.

Comentario añadido en 2018 sobre el artículo en Presencia:

La democracia representa no solamente una forma de organización de la comunidad estatal, sino también una manera de convivencia general.

Condicio sine qua non es el derecho de las minorías a opinar sin perjuicios y obstáculos. Existen reglas democráticas del juego que no deben ser violadas bajo ningún concepto.

Las ideas democráticas están sujetas a la evolución, por ejemplo, en el afán de las masas por la superación social y co-determinación política.

Gracias a la libertad de prensa y opinión garantizadas en la Constitución Política del Estado como la máxima orientación, se ha establecido un poder adicional: el Cuarto Poder, en forma de prensa libre y medios de comunicación masiva, las “redes”

Ellos controlan con un criterio de alerta el cumplimiento de las reglas democráticas y descubren los atropellos sin temor y con gran valor cívico, para advertir a la opinión pública sobre hechos ilícitos que van en detrimento de la sociedad. Para que el público, es decir los ciudadanos, reaccione en muchos casos se necesita concienciar a la opinión pública de la gravedad de los atropellos contra los principios más nobles y fundamentales de la democracia.

Instituciones como universidades, colegios, asociaciones y otros entes públicos están generalmente organizados en países democráticos bajo el mismo principio de la separación de poderes.

Lamentablemente se abre la brecha entre la teoría y la práctica: estamos acostumbrados a que, por ejemplo, el poder ejecutivo confraternice estrechamente con el órgano de control, debido al esprit de corps, al espíritu de grupo, cuando los lazos del establishment son más fuertes que la obligación para el cargo público, es decir, cumplimiento con una función democrática del control.

Si esto ocurre, la idea democrática sufre de un abuso, pues los abusivos la utilizan como pantalla justificativa para desarrollar sus actividades ilícitas. Organismos democráticos así desnaturalizados se convierten en una estructura que favorece más bien el desenvolvimiento de la fuerza egoísta del establishment: en nombre y bajo la protección de la democracia, se impone el poder sin control.

Los ejemplos para el exitoso desempeño de su rol de vigilancia del Cuarto Poder son bien conocidos (Watergate, Irangate, etc.). Gracias al coraje de los representantes del Cuarto Poder se han podido descubrir grandes engaños, con la posibilidad de rehabilitar el orden democrático.

La existencia del Cuarto Poder es ineludible, su deber y rol de cumplimiento también, para evitar que los poderosos asuman más poder del que los gobernados les han concedido.

Falta enfatizar que en los treinta años que ya pasaron desde la primera publicación se han producido enormes cambios técnicos, de los cuales la evolución de la información y comunicación representan los más importantes. Además, abogo por la separación de poderes en las instituciones estatales que faltan en el listado de Montesquieu.

 

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