El eminente rol de chistes en mi vida

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Carolina Forno L cuenta LA FÁBULA DEL COJUDO   —  un chiste en serio que me agrada.

Se cuenta que, en un lugar, un grupo de personas se divertían con el “cojudo” del pueblo, un pobre infeliz, de aparentemente poca inteligencia, que vivía de limosnas y haciendo pequeños mandados.

Diariamente algunos hombres llamaban al “cojudo” al bar donde se reunían y le daban a escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 2 Bs. y otra de menor tamaño, pero de 5 Bs.

Él siempre agarraba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de burla para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió:
– Lo sé, no soy tan cojudo…sé que la moneda de 2 Bs. vale menos de la mitad de lo que vale la moneda de Bs.5, pero el día en que escoja la moneda de Bs. 5, el jueguito se acabará y no voy a ganar más mi moneda, la cual tengo segura.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:

La primera: Quien parece cojudo, no siempre lo es.

La segunda: ¿Quiénes eran los verdaderos cojudos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante es:

Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros.
Por lo tanto, lo que importa no es lo que otros piensan de nosotros, sino lo que cada uno piensa de sí mismo.

“El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser cojudo delante de un cojudo que aparenta ser inteligente.” ¡Al blanco!

¡Amo a Mafalda! Amo el Chiste en serio (en una época atrás los coleccioné como otra gentecoleccionaestampillas). Me encanta la ironía, la sátira, el cabaret político como a veces sabía presentar a un buen nivel Peter Travesí o Chaplin Show.

Recuerdo un cuento de Peter. “Estuve en Egipto. ¡Muchos camellos! ¡Mucha arena! ¡De pronto estuvimos en una tormenta de arena!  – ¡Ah! ¡Y como esto me hizo recordar ami querida Cochabamba!”  ¡Gran Peter Travesí!

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