La tentación de convertirme en gran Empresario como resumen del análisis FODA de mis posibilidades para tener éxito…

La vida tiene sorpresas. Apareció una alternativa seductora. Dos empresarios me invitaron a elaborar un proyecto de factibilidad de construir y hacer trabajar una planta de elementos para la construcción de hormigón armado. Caramba, un negocio redondo. La producción del siguiente año estaba vendida a buen precio cuando todavía ni siquieraexistía la fábrica. Fui co-propietario, me eligieron CEO de la empresa constituida, y en tiempo récord logramos conseguir la autorización para producir en un terreno de inmejorable ubicación.  Eran trámites tipo E.I.A. aprobados, pero sin corrupción (bueno, siempre ayuda un poco de grasa…).

A los cinco años la empresa se dedicó a producir “casas llave en mano”.

“Casas económicas llave en mano” de nuestra producción, 1977
Logística de vanguardia: entrega de paneles en una obra

Esta empresa “pro domo srl” entró en quiebra luego de casi diez años de funcionamiento. ¿Por qué?

Factores  exógenos Políticas del Estado (laboral, petróleo), quiebra de clientes, reducción coyuntural del sector de la construcción: de 700.000 unidades en 1970 mermó a 350.000 unidades en 1980. Seguir leyendo y otro.

Factores endógenos falta de honradez entre socios, algunas malas decisiones de alta gerencia, falta de patrimonio.

La década de los setenta del siglo pasado pasó a ser el infierno para nuestra tierna y delicada empresa. El macroentorno en Alemania fue fatal. Se cometieron también errores en la dirección, sí, errores míos. Hubo casos de corrupción. Esta lista es larga. Para el Gerente General no habia soluciones factibles, el capital propio se derritió como nieve en el sol y diez años después de la inauguración llegó el velorio.  Cuando una empresa anda bien vienen ofertas de compra, de asociación, es fácil conseguir préstamos, vienen a buscar trabajo. Todo lo contrario, pasa cuando la empresa produce pérdidas. El empresario exitoso es feliz con su trabajo. El falluto (léase una persona que no cumple) no tiene remedios. Todo eso lo sabía.

Este hecho ha sido uno de los más influyentes de la marcha de mi vida. Ha sido una derrota total. Toda la existencia estaba en peligro. Hay casos en que el responsable no soporta las consecuencias y finaliza su vida. Vienen descepciones humanas. Aprendes que el dicho refleja en realidad que no tienes amigos en la derrota. No me gusta ahora recordarme y relatar detailes. No me quedé en la lona. Recibí valorosa ayuda de personas que no eran cercanas, y las cercanas robaron profundizando la crisis. Pero — salí con heridas, que efectivamente sanan con el tiempo y han dejado cicatrices.

La bancarrota trajo consigo la recuperación de mi libertad personal, al precio de perder los bienes inmobiliarios hipotecados para garantizar los créditos de la empresa, y cuyo valor podría ascender hoy en día a un par de millones de euros.

Mis tres casas eran garantía de los créditos de la empresa

No hubo delito alguno mio, la investigación de rutina referente unas fallas del responsable en el acatamiento de leyes sobre la bancarota fueronterminadas, pero esta resolución tardó diez años…

Golpes fatales, derrotas, estrés cotidiano. – ¿Por qué algunas personas sobreviven las crisis mejor que otras? – Spiegel – 11.3.2019

Como se sobreentiende en esta década de los ’70 hemos tenido ambas situaciones, disponer de dinero y administrar pobreza o escasez. Tuvimos la suerte de heredar en los momentos más críticos para salir a flote con nuestra economía familiar. Es preferible tener billetes, pero cuando la billetera contiene apenas para lo imprescindible, la solidaridad, el cariño compensa de lejos las faltas.

Durante los diez años encadenados a la empresa la familia no estaba tan junta como en la nueva vida en Bolivia. Yo estoy muy agradecido que nuestros caminos complicados al extremo nos llevaron a Santa Cruz y a Riberalta.

Nunca se me vino la idea de que me iba a tocar vivir esta derrota hasta el fondo. Una pequeña o mediana fortuna personal se hizo gas, ¿y ahora? Recibí de varios empresarios trabajos pequeños, pero era trabajo sin grandes perspectivas. Por haber perdido las tres casas en Düsseldorf tenía que irme por razones psicológicas de esta región pues en cada esquina había algún producto de nuestra empresa fallecida. Las personas “amigas” me torturaban con sus preguntas morbosas – claro, dándome sus pésames. De esta manera nos mudamos a Aix-en-Provence, en el sur de Francia, a 28 km de Marsella.

 

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