Después de mi regreso de Asunción a comienzos de 1975, donde pasé unos años de verdadera tensión y locura como primer secretario, cuando el embajador, durante solo tres meses, fue el exministro del Interior de Hugo Banzer, coronel Andrés Selich Chop, temporada tremenda que culminó dramáticamente con su asesinato en una de las dependencias del ministerio del Interior, me correspondió trabajar tres años en la Cancillería; primero como jefe del departamento de América Latina, y, al final, como director de Política Exterior. Por entonces se negociaba, alicaídamente, lo que Banzer y Pinochet habían acordado con tanto entusiasmo en Charaña, sobre nuestra salida al mar. El hecho es que, de pronto, me anunciaron mi traslado a México, como ministro consejero. Me pareció de lo más curioso porque yo no había pedido ningún cambio, pero sucedió.