La spiral de Arquímedes, una invención clave de la antigua Grecia, resuelve el problema de levantar líquidos mediante una espiral dentro de un tubo, girando para elevar el líquido desde un nivel bajo hasta uno más alto. Aunque tradicionalmente atribuida a Arquímedes, recientes estudios sugieren que ya se utilizaba en Babilonia para irrigación, y que Arquímedes pudo haber perfeccionado su diseño. Este dispositivo, impulsado por energía manual, animal o mecánica, fue fundamental en la historia de la ciencia, con figuras como Galileo Galilei estudiando su funcionamiento. Aún hoy, se utiliza en diversas aplicaciones hidráulicas y energéticas, convirtiendo la energía cinética generada por su rotación en electricidad, destacando no por su velocidad, sino por su capacidad para generar una fuerza constante y efectiva.
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