«Más que libertario, Milei por ahora es como un mandamás que considera que hay que cambiarlo todo y de golpe» – BBC – 17.1.2024

En su primer mes como presidente de Argentina, Javier Milei ha procurado realizar más reformas que las que logran algunos gobiernos a lo largo de todo un mandato.

El libertario asumió el 10 de diciembre con la máxima de que “no hay alternativa al shock” y días después anunció un decreto con más de 300 medidas para desregular la economía, abriendo desde el mercado doméstico hasta la posibilidad de privatizar empresas estatales.

El megadecreto de Milei deroga o modifica decenas de leyes aprobadas por el Congreso (que para rechazarlo precisaría el voto negativo de ambas cámaras) y ya enfrenta obstáculos en la justicia, que suspendió la reforma laboral que contenía.

Luego presentó un proyecto de “ley ómnibus” de 664 artículos que también cambia normas anteriores, declara una “emergencia pública” por al menos dos años en los que el Poder Ejecutivo podría asumir facultades que corresponden al Parlamento.

Milei sostiene que todo esto busca ampliar la libertad de los argentinos como base de la una suerte de refundación del país, y califica a sus opositores de “idiotas útiles” o “casta política” que busca mantener privilegios.

Sin embargo, Javier Corrales, un profesor de ciencia política en el Amherst College de Massachusetts que ha estudiado el surgimiento de outsiders en América Latina, cree que Milei tiene por ahora rasgos similares a otros líderes que llegaron al poder en la región con discursos antisistema.

“Más que libertario yo diría que es como un mandamás”, sostiene Corrales en una entrevista con BBC Mundo.

Lo que sigue es un resumen del diálogo telefónico con Corrales, cuyo último libro «Autocracy Rising» (Autocracia en ascenso) compara lo que ha ocurrido en Venezuela con Colombia, Ecuador y Nicaragua.

¿Has sacado alguna conclusión sobre el rumbo de la presidencia de Javier Miei en su primer mes de gobierno?

Hay varios rasgos que ya son claros, por lo menos las preferencias principales de Javier Milei. No se sabe si las va a poder sostener.

En términos económicos, es el mayor impulso hacia una economía de mercado que Argentina ha tenido desde el primer gobierno de Carlos Menem en los años ’90.

Y en términos de políticas, estamos viendo que se le ha olvidado a Milei que vive en un país donde existen procedimientos que se deben llevar a cabo a la hora de impulsar reformas.

Hay una paradoja: entramos en la idea de cómo utilizar la fuerza de un decreto para liberar a los argentinos, como él habla.

Esto va a traer problemas, porque las instituciones en Argentina van a hacer lo posible por resistir.

Milei llegó al gobierno definiéndose como libertario. ¿Ves algo de esa corriente filosófica en su gobierno?

Lo que veo mayormente es un deseo de desregularizar la economía. No estoy tan seguro que sea de tipo libertario necesariamente.

Te has dedicado a estudiar el ascenso de outsiders o recién llegados a la política. ¿Milei entra en algún sentido en esa categoría?

Sí, estos neófitos son personas con muy poca experiencia política. Milei estuvo en el Congreso dos años y rápidamente se convierte en candidato presidencial. Y el escaño como diputado tampoco es un cargo ejecutivo.

En ese aspecto, es parte del fenómeno de los latinoamericanos cayendo bajo el hechizo de este tipo de personas que prometen hacer una limpieza del sistema.

Pero uno de los problemas de estas personas es que efectivamente piensan que esa marea o tsunami que los lleva al poder se puede perpetuar estando en el poder. Y así no es como funcionan los sistemas democráticos.

Este tsunami lo llevó al poder y ahora está enfrentando las primeras barreras.

Hay que ver qué pasa: si el gobierno decidirá ir por partes y ver qué se puede hacer o no, o si se va a convertir en un gobierno más impaciente con las resistencias que existen en el sistema.

Parecería que en la forma de gobernar de Milei por ahora ves más rasgos de un outsider que de un ultraliberal o libertario, como él se define…

Sí, más que libertario yo diría que es como un mandamás: cree que tiene las mejores ideas, considera que hay que cambiarlo todo y de golpe, con la fuerza de los decretos.

Esto no sería necesariamente algo que yo consideraría libertarismo, pero sí es una especie de aplanadora política que tiende a avanzar en muchos frentes muy rápido, independientemente de las normas que ya existan en el país para realizar estos cambios.

¿No es demasiado pronto para sacar conclusiones de ese tipo?

Es demasiado pronto y todo gobierno necesita tiempo para descubrir cómo debe funcionar.

Estos primeros modos de gobernar son parte de las cosas que ocurren también en otros gobiernos que están en su luna de miel. Hay momentos en que presidentes de todo tipo se desbocan en este período, pero no significa que ese sea el futuro.

Muchos gobiernos cambian, o no. Entonces es muy temprano para sacar conclusiones de lo que vendrá por el resto de este gobierno.

Hecha esa salvedad, ¿puedes dar ejemplos de los rasgos que ves como preocupantes en este mes de gobierno de Milei?

El tema preocupante es el megadecreto. Lo quiso abarcar todo.

Hasta cierto punto, te da una noción de que es una persona que piensa que la solución a todo tipo de problemas es derogar cosas que ya existen. Y no creo que esa sea siempre la solución.

Veremos si sigue empeñado en actuar de este modo.

Al mismo tiempo, Milei fue elegido con una mayoría de 56% de votos en un balotaje con la promesa de cambiar radicalmente Argentina. ¿No le da esto un mandato para llevar a cabo sus reformas?

Ese es un dilema central de las democracias presidencialistas.

Ganan con una mayoría más amplia de la que creo que él mismo imaginó, pero eso no significa que todo el mundo esté completamente de acuerdo con lo que está haciendo. Él es el presidente de todos los argentinos y tiene que gobernar de acuerdo a las reglas del sistema.

Entonces, por supuesto que tiene un mandato para realizar ciertos cambios e impulsar reformas que prometió. Pero eso no significa que su agenda entera tenga que ser impuesta, porque eso lo convertiría no en un presidente con un mandato sino en un presidente sectario, que sólo gobierna para satisfacer lo que un grupo que lo votó desearía.

De hecho, Milei carece de mayorías en el Congreso: tiene cerca de 10% de votos el Senado y 15% en Diputados…

Y además él se tiene que acordar de que para la segunda vuelta tuvo que ganarse el voto de gente que no lo votó al principio. O sea, gente que votó por él no necesariamente porque estuviera de acuerdo con todo lo que está pidiendo.

No cabe duda de que el extremismo de Milei va a gustar a muchos de los que lo apoyan. Y muchos van a querer más extremismo todavía.

Él va a sentir ese impulso de gran parte de su base, pero tiene que acordarse de que esta no necesariamente va a ser la totalidad de su base por el resto de su período.

Es un baile delicado que todos estos presidentes tienen que realizar.

Milei puede seguir siendo un presidente extremista, alinearse con los sectores más entusiastas de su base y buscar el modo en que aquellos que no lo acompañaban tan entusiastamente al principio se vuelvan igual de extremistas que él.

Es algo que pudiera empezar a hacer en algún momento. Yo esperaría que no, pero es una opción.

En su mensaje de fin de año, Milei llamó a los “argentinos de bien” a presionar a los representantes para que se aprueben sus reformas. ¿Cómo viste esa señal?

Hay distintas interpretaciones posibles. Uno podría decir que estamos viendo un presidente queriendo hacer bullying de una institución.

Otro modo de verlo es que él simplemente ha reconocido que tiene que empezar a negociar en el Congreso y le pide a los ciudadanos que lo acompañen en esa negociación.

Entonces se presta a dos interpretaciones muy diferentes y no sabría decir qué estaba cruzando por su mente cuando dijo esas palabras.

Argentina atraviesa una aguda crisis económica y social, con 40% de su población en la pobreza y una de las tasas de inflación más altas de América. ¿Sería posible salir de esta situación sin un ajuste fuerte como él plantea?

No cabe duda que para poder salir de esta crisis hace falta un gran número de reformas. No soy economista, pero está claro que no es un problema que se pueda resolver con tres o cuatro medidas y hay que pensar en un cambio fundamental.

Pero en América Latina hay experiencias de que el modo de salir de este tipo de crisis no siempre requiere hacerlo todo a la vez y transformar todo inmediatamente: uno puede establecer prioridades y un programa de cambios en algunas cosas más paulatino que en otras.

Algunas reformas requieren, en vez de eliminar como él quiere hacer o desregularizar todo, simplemente introducir cambios pensados con detalle.

Decretar que de ahora en adelante se acabó tal cosa o dejamos de hacer esto no es necesariamente lo que hace falta, sino ser creativo en nuevas reglas que ayuden a que no se cometan los errores que se han cometido en Argentina.

¿Ves alguna similitud entre Milei y otros presidente que haya habido en América?

Hacía muchos años que no veíamos a un candidato en América Latina que llegara a la presidencia haciendo una campaña tan abiertamente anti Estado y pro mercado.

Inclusive en la época de las grandes reformas de mercado de finales de los ’80 y principios de los ’90 la norma era que los presidentes ocultaban que querían hacer eso. Fue el caso de Carlos Menem en Argentina, Carlos Andrés Pérez en Venezuela y Salinas de Gortari en México.

En ese aspecto, es un poco novedoso lo abierto que ha sido Milei sobre lo que quisiera realizar.

Sin embargo, sí ha habido muchos en la región que llegaron al gobierno enfrentándose al establishment, la clase política o “la casta”, como dice Milei…

En este aspecto, Milei es un presidente cualquiera en América Latina, donde vemos muchos presidentes que hacen campaña por lo que en la misma Argentina en su momento se llamaba “que se vayan todos”.

En otros países era en contra de “los políticos de siempre” y en otros de “la partidocracia”.

En América Latina se ha convertido parte del populismo de oposición esta idea de que todos son corruptos: políticos, gobiernos e instituciones, y hace falta barrer.

No sólo es un tema clásico de la tercera ola de la democracia en América Latina. También existía antes del siglo XX.

En este aspecto, Milei es otro político más que llega al poder con un discurso anti política y anti instituciones muy elevado. Es muy típico de los neófitos latinoamericanos, pero no sólo ellos.

¿Es posible hacer un balance de cómo les ha ido a esos políticos?

Algunos han logrado convertir esa actitud hacia el sistema político en un movimiento que arrasa las instituciones y hace que el presidente consolide su poder. Lo hemos visto en muchos países.

Pero también hay muchos gobiernos que fracasan en el intento.

En la derecha podemos ver el contraste entre Bolsonaro en Brasil y Bukele en El Salvador. Bolsonaro fracasó y perdió la reelección de un modo bastante vergonzoso, mientras Bukele tiene cada vez más poder.

Mucho tiene que ver con que estos presidentes logren cumplir con sus promesas principales en campaña electoral. No es automático que este discurso anti “casta” termine de un modo en vez de otro.

La justicia argentina acogió un reclamo de la CGT, la mayor central sindical del país, y suspendió la reforma laboral que el gobierno de Milei planteó por decreto. ¿Es una señal de que la agenda reformista de Milei comienza a chocar con el sistema de pesos y contrapesos de la democracia argentina?

Sí, es lo que hubiera esperado de una democracia fuerte: que en algún momento viniera este tipo de situaciones.

Lo que no sabemos es qué va a pasar con este primer intento de frenar este modo de realizar una reforma.

Esta acción de la CGT también es una señal de que el peronismo en Argentina perdió una elección pero no es un movimiento derrotado. Milei no está enfrentando un panorama político donde la oposición está desmoronada.

¿Y cómo observas la decisión del gobierno de impedir los piquetes o bloqueos de calles durante manifestaciones porque atentan contra el derecho a la libre circulación?

Es importante, porque a la hora de la verdad aquí es donde podemos empezar a cuestionar la doctrina libertaria de Milei.

¿Cómo es posible que un gobierno empiece a regular la capacidad de protesta, sobre todo viniendo de alguien que cuando fue diputado lo que más hacía era protestar, insultar y criticar?

Y ahora, cuando los insultos y las críticas son contra él, empieza a utilizar medidas coercitivas del Estado para pararlo.

Ahí estamos viendo las contradicciones internas de un proyecto de este tipo.

En un país como Argentina, donde dos gobiernos no peronistas terminaron anticipadamente su mandato en los últimos 40 años de democracia, algunos analistas dudan que Milei pueda completar el suyo si mantiene el ritmo y rumbo que le ha imprimido a su gobierno en este primer mes. ¿Qué piensas?

En gran parte va a depender de lo que ocurra con la economía. Si se repite que un presidente llega y estabiliza algunas variables macroeconómicas como la inflación o el problema del dólar y reactiva la economía, eso lo va a ayudar mucho.

No cabe duda de que si él es capaz de arreglar la economía pudiera sobrevivir.

Pero si no tiene grandes logros económicos inmediatamente y encima mantiene esta actitud de aplanadora política, sí creo que en Argentina va a haber mucha resistencia y por lo menos un panorama de turbulencia política.

Fuente https://www.bbc.com/mundo/articles/cj7gpnd9k9ko?fbclid=IwAR2WNQfNmVsEfnCWEqisQXV3ec7vXUa0DIc5caWvvmApuC1QErrsbyx9AVE

Sé el primero en comentar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *