El más interesado en replantear nuevas relaciones con el estado boliviano, debería ser el departamento de La Paz no Santa Cruz. La sede del gobierno nacional se ha estado cayendo a pedazos en las últimas semanas, producto de las lluvias torrenciales. Es difícil imaginar a otra capital, a otro centro del poder en el mundo tan vulnerable, tan débil, pese a estar tan cerca de los que toman las decisiones importantes en este país, los que concentran casi el 90 por ciento de los recursos y que lo gastan en burocracia, en mantener una inmensa clase parasitaria y en alimentar a una élite política que lógicamente tiene su residencia en La Paz. Hace poco, el departamento paceño y la ciudad maravilla estaban en graves problemas por la escasez de agua, tuvieron que recurrir al racionamiento y hoy están como si les hubiera caído una bomba atómica, porque el centralismo que los adula tanto, no se acordó de lo esencial. Los paceños deberían llegar a la conclusión de que el poder político no hace progresar a nadie, en todo caso, perjudica, mucho más cuando está en manos de gente tan irresponsable.
Fuente https://www.eldia.com.bo/2024-03-18/bajo-el-penoco/el-poder-de-la-paz.html
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