Henry Ford construyó un coche de plástico de cáñamo que funcionaba con combustible de cáñamo hace casi un siglo.
El modelo T bioplástico de Ford de 1941 estaba hecho de cáñamo, lino, trigo y pulpa de abeto, lo que hizo que el coche fuera más ligero que la fibra de vidrio y diez veces más duro que el acero. Este innovador diseño no solo ofrecía una mayor resistencia, sino que también promovía el uso de materiales sostenibles. La carrocería del coche era resistente a las abolladuras y a la corrosión, destacando las ventajas de utilizar bioplásticos en la industria automotriz.
Henry Ford tenía una visión de un futuro más sostenible y creía que los recursos renovables como el cáñamo podrían reducir la dependencia del petróleo y mejorar la eficiencia de los vehículos. Aunque su coche de cáñamo no llegó a la producción en masa debido a varios factores, incluyendo la Segunda Guerra Mundial y cambios en la industria automotriz, su trabajo sigue siendo una inspiración para el desarrollo de materiales ecológicos en la fabricación de automóviles hoy en día.
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