Autor: <span class="vcard">Willi Noack</span>
Felipe Caballero Ordóñez, consultor
La oligarquía paceña, la que inventó a la Bolivia del siglo XX, está condenada a desaparecer. Fue derrotada. Derrocadísima. Su derrota llega hasta el final y un poco más allá, de donde llega la expresión: derrocadísima.
Que quede claro y muy claro. La Paz inventó a la Bolivia del siglo XX. La Bolivia todavía contemporánea, es un invento interesantísimo de la oligarquía paceña. Para ser más preciso: es un invento de las elites mineras paceñas. Hoy, de esos inventores, de esa oligarquía tremenda y muy paceña, capaz de inventarse un país, solo y tan solo para sacar y vender minerales, no queda ni la sombra.
Porque esa elite, a veces brillante, a veces no brillante, otras veces opaca y hasta oscura, hoy es un montoncito de collitas blancoides, arrinconados, acorralados y asustados en sus casas de la zona Sur.
Y el control de La Paz, el control del poder, el control del centro del poder, el control de lo que queda de ese invento que fue la Bolivia del siglo XX, está ahora en manos de El Alto y su burguesía comercial emergente.
Como en las leyendas clásicas, a La Paz y a sus elites, las derrotó uno de sus hijastros predilectos. El más cercano de cuantos pudo haber tenido, aunque no lo haya parido: El Alto. Y es que El Alto vino de otros lados, vino del altiplano. Fue una hechura de los habitantes de esas pampas y nunca de La Paz.