UNA BRÚJULA PARA MI HIJO – Oscar Serrate – 3.5.2021

Querido José María: Hoy me puse a pensar qué regalarte para tu cumpleaños en este 30 de Abril, cuando te tocan hacia delante cada vez más decisiones drásticas. Una vez, les di un consejo a un grupo de estudiantes que se graduaban, pero ahora quiero hacértelo llegar finalmente, pues fuiste mi inspirador en ese entonces. Pensé que mi regalo podría ser una brújula. Sí, una brújula que te ayude a señalar el Norte que andás buscando en tu vida.

Vivimos en un contexto cada vez menos colectivo. Estamos navegando en ríos de corrientes muy individualistas. Sectarias, en muchos casos, egoístas en su mayoría. Dominadas por pasiones del momento, de la coyuntura. ¿Cómo hablar de futuro ante esa avalancha de corto-placismos tecnológicos, políticos, mediáticos, o de negocios?

Creo que la respuesta está en el libre ejercicio de la responsabilidad humana. Si. Pero ojo. De esa manera. Libre pero también responsable. Ya nadie cree cuando alguien dice que es patriota. Porque los patrioteros se han autodevaluado. Patria o muerte venceremos, decían. ¡Andá! – les responderían hoy. Defendemos dizqué a la nación, se envuelven en sus banderas, pero no se juegan por “la Patria”. La gente se ha vuelto más conscientes de sus derechos, pero cuan pocos están dispuestos a cumplir con los deberes, con las responsabilidades, con el bien común.

Sin embargo, si los extremistas prosperan, también es verdad que los derechos humanos resurgen. Un mundo nuevo viene surgiendo en el horizonte. Si el hambre aumenta, también es verdad que las conciencias se sacuden. Si el Planeta corre riesgos, exaltamos la Naturaleza. Si los medios asustan, buscamos el valor en los periodistas de la verdad. Si la economía trae corrupción, invocamos nuevas prácticas, nuevos líderes. Cuanto más se ensalza al ego, más buscamos a los simples. No todo está perdido.

Se ha cerrado un ciclo de utopías inalcanzables. No había habido ni el Cielo Comunista ni tampoco el Paraíso Imperial. Pero se ha abierto una senda bien ancha. Y tiene un nombre. Se llama ÉTICA. Se llama ÉTICA. No es tan nueva esa perestroika. Pero hay un proceso de renovación, de revitalización de la ética. Como nunca, el mundo se ha dado cuenta de que el Siglo XXI, o “será ético o no será nada”. Y es en ese marco, que el principio de la responsabilidad con la vida asume el centro del nuevo mundo. Es en ese marco, que el tema de los valores asciende al primer plano de la acción colectiva.

Y el rumbo se va aclarando. Hay que compensar la ampliación de la lógica individualista con la legitimación de nuevas obligaciones colectivas. Buscar el punto de equilibrio entre el bienestar personal y la protección ambiental, entre el progreso científico y el humanismo, entre los derechos y los deberes de las personas, entre la libertad de prensa y el respeto a la gente, entre eficiencia y Justicia. El punto de encuentro al fin, entre el hoy y el mañana.

Entonces, la brújula tiene un nombre. Se llama ÉTICA. Ética personal, ética profesional, ética ciudadana, ética espiritual. En otras palabras, el faro que se ve en el horizonte nos demanda una nueva actitud: el compromiso personal, o sea, una nueva forma de consciencia ante el carácter imprevisible, creativo y abierto del porvenir. No una amenaza: una ventana, una ruta. Una luz de deliberación, de riesgo, de innovación.

Si algún día tropiezas hacia el camino del desempleo, tendrás que preguntarte: ¿o me voy o me quedo? Solo una cosa les puedo decir: en el mundo moderno hay que estar adentro y afuera. En lo local y en lo global. Pero nada remplaza en esta vida el privilegio de vivir y de poder hacer algo por el lugar y por la gente que amamos.

Hay que salir a combatir la pobreza, no a atacar la riqueza. Hay que aportar a la prosperidad, sin ignorar a los excluidos. Si miras al Planeta, no olvides tu casa. Te aseguro que valdrá la pena. Al final, te cuestionarás siempre: ¿Estaré yendo por el mejor camino? ¿Estamos yendo por el mejor camino? ¿Nos omitiremos o actuaremos? Y sin dudas, la buena brújula de la ética siempre tendrá la buena respuesta, mucho más clara que la del oráculo: haz el bien, en todo momento, ante toda adversidad, y en toda oportunidad.

Esa es la dirección de las respuestas. Libertad y responsabilidad, para actuar sabiamente. De maneras diversas. Desde distintos lugares. En todas las circunstancias. Y si en algún momento, alguna nube de dudas, o algún huracán, te impide ver la brújula, siempre hay una manera de no equivocarse: mirando hacia lo alto. Hacia el Supremo Creador.

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