Relatos sobre la ideología socialista, sus fachadas, armas, pertrechos; sus mutaciones estratégicas y una de las últimas, el virus chino.
“El socialismo es como una trampa para ratones; funciona porque el ratón no entiende por qué el queso es gratis”. Pukymon.
Vale recordar, que la lucha de clases fue el motor del comunismo y que la igualdad y bienestar económico fue su mayor promesa. El proletariado era la fuerza motriz y el agente de la revolución socialista destinada a barrer el Estado democrático liberal e instaurar la dictadura del proletariado, como etapa de transición en el camino hacia la construcción de una sociedad comunista sin clases. Fueron iniciativas que rápidamente tropezaron con dificultades insalvables para ser concretadas, fundamentalmente por la ausencia de libertad, carencia de iniciativa personal y de gestión pública eficaz, como lo demostraron las trágicas experiencias de la URSS y de todos los países que cayeron bajo su órbita.
Con el Socialismo; prometían sus líderes en inflamados discursos: “El pueblo entrara al mundo de la libertad donde cada uno recibirá ingresos de acuerdo con sus necesidades”. Luego fueron postergando esta promesa para el futuro. Esto sería cuando se aboliera la propiedad privada, el Estado, con la desaparición de la Burocracia, del Ejército y la Policía, además de los Partidos políticos. Es decir como luego ocurrió: Nunca, Janiwa, Never.
La historia mostró lo engañoso de la prédica socialista, pues no se logró el bienestar y no desaparecieron las organizaciones y mecanismos de opresión y más bien se fortalecieron y con sus políticas condujeron a la represión sistemática de los que piensan diferente. Eliminaron la libertad, la igualdad ante la ley y todo atisbo de propiedad privada y democracia. El Estado al cual siguiendo a Marx se pretendía destruir, se convirtió en una Burocracia totalitaria de Partido y lo sigue siendo en todos los países socialistas y populistas.
Luego del fracaso del comunismo y el derrumbe de la URSS, en Latinoamérica se creó el Foro de San Pablo que luego muto en el Grupo de Puebla, el que estableció un nuevo enfoque y una nueva estrategia de conquista del poder, la del Populismo y esta vez utilizando la democracia electoral amañada.
Luego y ante el fracaso de su teoría de la lucha de clases, el marxismo posmoderno añade a sus pertrechos la lucha de géneros y de razas y lo epónimo es la transexualidad. Se crean diversos supremacismos, el homosexual, el feminista, el negro, el ecologista y el indigenista.
Dada su característica cultural y étnica, en Bolivia se aplica el populismo cocalero e indigenista, el que busca dividir y controlar a la sociedad enfrentando los indígenas contra todo quien no lo es, vale decir contra aquellos que son mestizos, es decir la mayoría de la población boliviana y de la humanidad.
El populismo en general y en nuestro país el populismo cocalero, está motivado por la sed de dominio, odio y venganza y utiliza como sustento financiero, el uso del aparato y recursos del Estado, el extractivismo, la coca y el narcotráfico.
Como lo hace la izquierda en todo el mundo, el populismo necesita de un culpable sobre el cual proyectar el odio de los grupos resentidos, un odio que es la esencia de su estrategia de poder confrontacional. En consecuencia para el control de la población que los adversa, utilizan tanto el enfrentamiento físico como la judicialización de la política y esta guerra judicial es su arma para infundir temor y para aniquilar a toda oposición. Los amedrentan persiguiendo a sus familiares, aplican el chantaje, la persecución y la cárcel para causarles indefensión y temor y cuentan para ello con la justicia masista y sus serviles operadores; jueces, fiscales, policías.
Podríamos vivir en paz y concordia mirando la realidad, informándonos, usando el sentido común y comprendiendo lo que ocurre y por qué ocurre y luego actuar unidos para enfrentar el populismo. Pero este sentido, no es común y más bien tremendamente escaso y aun peor, no se lo puede comprar en las boticas.
Decía Margaret Thatcher: “El peor enemigo del socialismo no es el capitalismo. Es la realidad”.
ovidioroca.wordpress.com
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