Siglo 21
La criminal invasión de Rusia sobre territorio de Ucrania provoca una grave crisis económica para todo el mundo, que para Bolivia podría ser particularmente desastrosa.
En lugar de mostrarse solidario con el dictador ruso en las Naciones Unidas, el gobierno boliviano debería aborrecerlo por el desastre que está causando a nuestra economía.
Con el petróleo por encima de los 110 dólares el barril, la escasa producción nacional de crudo y gas proyecta una situación explosiva para la economía.
Hay que lamentar que la pésima política económica del cocalero Morales haya ahuyentado las inversiones petroleras, pero hay que mirar con horror cómo aumentará el precio de las importaciones de combustibles.
Nos hubiera ido bien si el país siguiera exportando gas, pero nos irá muy mal ahora que el precio de la gasolina y el diésel de importación subirá dos o tres veces.
Los autores de este desastre no han hecho una autocrítica y es probable que no la hagan nunca, pero eso no impide que todos los bolivianos con algún criterio señalen a los culpables de esta situación.
A todo esto, con las actividades económicas legales en agonía, las noticias sobre la pujanza del narcotráfico muestran que, definitivamente, las prioridades no fueron bien elegidas por quienes gobernaron el país en los últimos quince años. Hubiera sido mejor apostar a las actividades económicas legales.
El panorama se ennegrece aún más con las noticias sobre la situación caótica de la empresa estatal del petróleo, que ahora tiene más de 5.000 empleados (más del doble que en 2006).
Los dirigentes sindicales “en comisión”, que reciben sus salarios sin trabajar, suman cerca de 150, mientras no hay dinero para las exploraciones. La única obligación que ellos tienen es servir al partido de gobierno.
La deuda pública ha llegado a 26.000 millones de dólares, equivalente a 2.200 dólares por cada ciudadano, a pesar de que entre 2008 y 2014 el país tuvo ingresos como siete gobiernos anteriores juntos.
El despilfarro, con gastos irresponsables y corruptos, se ocupó de hacer que desaparezcan todos esos recursos, para lo que fue necesario anular a la Contraloría, que fue virtualmente cerrada desde 2006.
No hay que descartar que pronto el gobierno se quede sin los recursos necesarios para mantener los subsidios a los carburantes, aunque por el momento asegure, sabiendo que es imposible, que los precios al consumidor se mantendrán.
La pandemia había golpeado la economía del país, pero la locura de Vladimir Putín ha venido a crear la situación más desastrosa para la economía de que se tenga memoria. Superior incluso a la crisis de la hiperinflación de los años ochenta.
Gracias Humberto Vacaflor por compartir.
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