BREVE RELACION SOBRE LA DESAPERCIBIDA MUERTE DE UN SOLDADO EN TUYUTÍ – 14.3.2023

Como los demás, estaba a la espera de instrucciones. Sería ya media mañana de ese 24 de mayo de 1866. Allá a lo lejos, entre los palmares vio un tumultuoso movimiento, pero a ojo desnudo, loma de por medio, nada más que eso podía distinguir. El sudor y su chaqueta roja ya eran una sola cosa.
Recuerda cuando recibió la convocatoria de parte del Mariscal. “Precisamos de todos”, dijo. “La Patria está en peligro”. Entonces, se despidió de su mujer con un beso en la frente y después de sus tres hijas de tres, seis y cinco años. El abrazo fue apretado, interminable. “Tanderovasá” se escuchó decir, antes de abandonar el rancho asunceño. El día no había aún clareado cuando con su vetusto fusil de chispa y su machete a la cintura se hizo a la marcha, con la certeza de hacer lo que correspondía hacer. Nada más, ni tampoco nada menos.
No era la primera vez que la Patria se encontraba bajo la misma amenaza. Taita guasú, el padre de su padre se había batido a la orden de Andresito. Y tras la selva, en los tiempos de los pa’is, cuando los bandeirantes incursionaban una y otra vez en la región, sus antepasados estuvieron en servicio, con las lanzas afiladas, dispuestos a darlo todo por defender lo propio, que es precisamente lo que hace de algunas guerras, según escuchó de sus superiores, “no sin pena, guerras legítimas”, por cuanto “la guerra nunca es cosa buena”. Así que esta circunstancia en la que se encontraba no era historia nueva, antes bien, apenas la rememoración de otra tan antigua como luctuosa.
Ahí estaba, apostado en uno de los dos batallones puestos bajo la orden del General Resquín, mientras dejaba pasar el imperioso tiempo espantando moscas y mangangaes. La noche había sido quieta y felizmente fresca, pero presintió en ese frescor el frío de la muerte, o peor aún, el presagio de una jornada nefasta para todos. Más allá de las tiendas de los oficiales alcanzó a adivinar la figura de Madame Lynch aquí y allá, departiendo con unos y con otros. “Tiene el magnetismo de su marido”, pensó. Algunos diálogos horadaban el silencio como ansiosa bayoneta.
Los primeros intercambios de fuego tuvieron lugar sobre el mediodía. El sol ya estaba fuerte. La misión dispuesta era cruzar el estero Bellaco norte primero por el paso Yatayty Corá. La tierra de nadie, esos dilatados potreros apenas interrumpidos por pequeños bosques de arbustos achaparrados y palmares, seguramente habría que atravesarla bajo el fuego enemigo, pensó. Se dio la orden de avanzar. El soldado apagó su cigarro, sorbió tres veces el mate ya lavado y frío, y al son del clarín inició la marcha.
Recordó a su kuña, a sus hijas pequeñas, en tanto se adentraba con dificultad en medio del estero antes de cruzar el paso Lequizamón. Más allá, ocho regimientos de caballería se hacían camino rumbo a las posiciones enemigas, cuya artillería ya había comenzado a arremeter, con su sesgada lluvia de muerte. Entendió entonces que empezaba su combate, y que la suerte estaba echada.
Ore Ru, yvágape reiméva,
toñembojeroviákena nde réra,
ta ore añuãmba ne mborayhu…
Y efectivamente tuvo suerte. Imbuido en la plegaria, como queriendo exorcizar el estruendo del fuego y del cañón, con el corazón caliente encontró su destino cuando dos disparos le atravesaron el pecho. “Muero por la Patria”, alcanzó a decir entre borbotones de sangre, antes de fijar la mirada al Cielo.
Postrado desde entonces tras infinidad de sufrimientos, este añoso escribiente es quien deja por escrito estos sucedidos, una vez más padeciendo mientras escribe y con obstinada claridad, el horror de esas casi cinco horas dantescas de la primera de Tuyutí.
Agradezco a Tupã Ñandejára la fortuna de poder registrar para la posteridad las últimas horas de ese soldado, de ese héroe, un mártir como los que se cuentan miles, a quien le llegó la hora de dejar huérfana a su descendencia; un mártir de quien nunca supe su nombre.
(R) Enrique Merello-Guilleminot
De «Diálogos – Poesías y relatos varios»
BoD, España, 2020
Disponible en papel e e-book en Google Play, Amazon, El Corte Inglés, etc.
Imagen de un óleo del Pintor manco Teniente argentino Cándido López de la primera batalla de Tuyutí

Sé el primero en comentar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *