My Way Artículos
Chiste del soldado
Vuelve un soldado de la guerra a su pueblo. Un proyectil le había destrozado al pobre sus testículos. Buscando trabajo, se dirige al alcalde de su pueblo, un viejo gran amigo de su infancia. Por supuesto que éste lo aceptó. ¿Ah…y el horario de trabajo? —— “Trabajamos en la alcaldía desde las 8 hasta las 12, y desde las 14 hasta la 18 horas. Pero tú puedes venir a las 9 y las 15 para empezar a trabajar.” — “Ah! No quiero ser privilegiado!”, protestó el ex-soldado. — “No se trata de ningún privilegio. De las 8 a las 9, y de las 14 a las 15, aquí todo el mundo en la alcaldía se rasca las que vos no tienes. Viste?”
En un restaurante hay dos señores sentados en diferentes mesas. Uno está comiendo ya el tercer nudo de chancho con chucrút, y el otro lo observa con creciente curiosidad, hasta que ya no aguanta. Se levanta, se acerca al comelón y le pregunta: “Disculpe, señor, ¿es Ud. alemán?” — “¡Sí, soy alemán! ¿Cómo lo sabía?” — “Es que ya va por el tercer nudo, debe ser alemán.” — “¿Ud. es yankee?” — “¡Sí, soy norteamericano. ¿Cómo lo sabía?” — “¡Es por que otra vez se mete en asuntos que no le importan!”
Je nachdem, wie man Franz Kafkas Kleine Fabel interpretiert, kann ein unüberlegter Richtungswechsel gehörig schiefgehen. Aber wer hört schon auf Katzen!
I’m obsessed with perch atm, can’t get enough of their orangey red fins and black stripes. This dude took my Yamasenko on a Wacky-Rig; loving all this spinning lingo!
Chiste de las tres cartas
Un ministro saliente, al entregar su cargo a su sucesor, le dio tres cartas, invitando al nuevo ministro a que las abra por orden numérico cuando se enfrente a la primera, a la segunda y a la tercera crisis.
Poco tiempo después, durante la primera crisis, el nuevo ministro abre la primera carta, que decía: “Para salvarte de esta crisis tienes que echar la culpa al anterior gobierno”. Lo hizo, y bien, se salvó.
Llegó la segunda crisis: como en la primera oportunidad, abre la segunda carta, que recomendaba: “Echa la culpa al FMI, al BM, al clima, al SIDA, etc.” Lo hizo, le salió bien, ¡funcionó!
Llegó la tercera crisis. Con alegría el Ministro consulta la tercera carta: “Amigo mío, te recomiendo preparar tres cartas….”