Aquella noche en el túnel, sucedió algo inesperado. Empecé a correr a una velocidad vertiginosa y, cada cierto tiempo, una luz irrumpía iluminando mi camino. Al pasar por la primera y sumergirme en la oscuridad, imaginé un pueblo a lo lejos. Todo me resultaba familiar, como si estuviera en un lugar concurrido donde la gente se reunía para comer o descansar. Observaba cómo encendían una lámpara de queroseno y me fascinaba ver cómo la «camisa» dentro de ella se inflaba y se volvía tan blanca que iluminaba todo a su alrededor.
El tiempo transcurrió lentamente, como si hubiera pasado un año en la oscuridad. Visualizaba aulas escolares, bicicletas y otros lugares cercanos. Sentía que no era bienvenido, incluso entre parientes. Surgieron nuevas escenas con personas que llegaban e influían de cerca.
Finalmente, la luz regresó y me encontré en el mismo lugar de antes. De nuevo los amigos, el fútbol, con Pelé en las noticias y Destroyer, mi vecino, asistiendo al estadio por primera vez. Entre la luminosidad, vi un gran colegio con profesores de acento extranjero, caballos y vacas, todo rodeado de mucha disciplina. Con el tiempo, la oscuridad volvió, trayendo consigo la muerte.
Los meses y años se tiñeron de tristeza, y hubo momentos en los que no podía caminar por la oscuridad. Pero, con pasos hacia adelante y hacia atrás, logré avanzar hasta que el ingreso a los estudios superiores me brindó de nuevo aquellos anhelados rayos de luz que me permitían ver el camino.
El tiempo avanzó y la compañía trajo nuevas vidas, con dos luces de regalo. Finalmente, el trabajo profesional y la decisión de un lugar trajo alternancias de sombras y luces, a veces a tientas, otras con paso firme. Durante esa carrera vertiginosa, enfrenté un periodo muy oscuro de discursos, adulaciones, agresiones y corrupción. Tras tomar una decisión, regresé al comienzo de mi carrera.
Comenzar de nuevo, con muchas dificultades, hasta llegar a otro momento oscuro de muerte y tristeza. La lección es que todo pasa rápidamente, entre luces y sombras. Hay que seguir adelante, respirar profundo, tomar fuerzas y mirar hacia el futuro. Lo que pasó, pasó y no se puede cambiar.
En este caminar, ahora busco paz y sosiego, luchando por alcanzarlos a pesar de todo. Consciente del esfuerzo que implica, ya no hay espacio para las incertidumbres. Las decisiones están tomadas y es momento de seguir adelante.
Las luces iluminan el camino, las sombras profundizan el objetivo, y se valoran los sentimientos más cercanos y puros. Esa es la carrera.
Agotado después de tantos momentos vividos, me senté y escuché voces que gritaban mi nombre. Me había quedado dormido en la tubería que habían instalado en aquella cuadra y venían a buscarme. Al despertar, vi el lugar donde, en mis sueños, había corrido: era la alcantarilla en construcción, donde el sol solo penetraba en las esquinas de las cuadras a través de una tapa metálica redonda.
Los trabajos habían comenzado hacía unos meses. Aún recordaba las máquinas que retiraban la tierra de la calle y los palos que sostenían los tablones, creando espacio para los tubos que formarían la alcantarilla por donde pasarían el agua y los desechos en el futuro. La vida del pueblo estaba cambiando.
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